El origen de la arquitectura proviene de los primeros humanos y su evolución a lo largo de la historia.

Primeramente aparece el australopithecus, hace 5.000.000 de años aparecen los primeros humanos en África central (zona ecuatorial), vivían en un clima cálido por lo que no era necesario cobijo. Aún se desconocía la existencia del fuego. Más tarde see desplazan al norte y evolucionan a homo habilis.

Los homo erectus 1.600.000 y 2.000.000 vivían en chozas de planta ovalada, hechas de ramas hincadas en la arena, formando una empalizada. Estas se rodeaban con un cordón de piedras, unos postes y una viga central. En Atapuerca se descubren los primeros pobladores europeos.

Del 100.000 al 40.000 a.C aparece el homo neandhertal, que vive en cavernas en África, Europa y Oriente. Ya piensa en términos simbólicos y vive en comunidad. Tenían una estructura social compleja, pensaban en la continuidad de la vida después de la muerte ya que en Irak se descubrieron sepulturas rodeadas de flores o alineaciones según el movimiento del sol.

Evoluciona a homo sapiens, 40.000 a.C , tienen gran capacidad intelectual, se encuentran en las cuevas pinturas rupestres, esculturas o abrigos. Evoluciona al hombre actual.

Se localizan moradas, cabañas de planta circular y forma abombada recubierto de pieles de animales, donde debieron alojarse amplios grupos familiares.

En el Neolítico, la agricultura establecida impulsó el sedentarismo y la construcción de viviendas permanentes, generando una organización social más compleja. La primera gran ciudad neolítica, con hasta 10,000 habitantes en 5500 a.C., era un centro agrícola y comercial clave. Estaba rodeada por una muralla defensiva y formada por casas de adobe de planta rectangular, sin calles, solo separadas por patios. Las viviendas de dos pisos, sin puertas, se accedían mediante una escalera y un agujero en el techo.

En la Protohistoria, en el valle de Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, surgieron grandes ciudades permanentes, favoreciendo el desarrollo de la escritura, la alfarería y una arquitectura urbana de adobe y ladrillo.

Los edificios más emblemáticos eran los zigurats sumerios, templos escalonados construidos sobre plataformas, que simbolizaban la cercanía a los dioses que se creía habitaban en las montañas. El modelo más antiguo se construyó en Uruk, y posteriormente, el rey Ur-Nammu lo evolucionó en Ur hacia una estructura de plataformas apiladas que alcanzaban el cielo. A diferencia de las pirámides egipcias con cámaras mortuorias, los zigurats albergaban templos en la cima, similares a las pirámides de América Central construidas siglos después.

La civilización egipcia, basada en el Nilo y sus ciclos, duró casi 3,000 años y organizó sus templos y ciudades en ejes ortogonales. Los templos, centros de culto y administración, simbolizaban permanencia e inmutabilidad con grandes bloques y diseños duraderos. Obsesionados con la vida y la continuidad, los egipcios desarrollaron la arquitectura funeraria, como las pirámides. Imhotep revolucionó esta arquitectura al crear la pirámide escalonada de piedra para Zoser en 2650 a.C.

Los griegos desarrollaron su arquitectura y escultura basándose en principios egipcios, pero exaltaron las capacidades humanas y la excelencia artística como fundamentos de su cultura. La arquitectura griega buscaba equilibrio y armonía, con templos diseñados para honrar a los dioses y a la polis, siendo el Partenón uno de sus máximos logros. Las ciudades crecían alrededor de las acrópolis y organizaban la vida comunitaria en el ágora, el centro social y político. El teatro, otro edificio importante, integraba el paisaje y ofrecía una excelente acústica. Las casas griegas, con patio central, eran sencillas y favorecían la vida al aire libre.

Los romanos se asentaron en la península itálica alrededor de 1,100 a.C. y expandieron su influencia por el Mediterráneo, desarrollando una arquitectura que combinaba espacios interiores y exteriores grandiosos. Con el uso del hormigón, crearon arcos, bóvedas y cúpulas para cubrir grandes espacios públicos, destacando en ingeniería con acueductos, carreteras y arcos de triunfo. Sus ciudades se organizaban en un plano ortogonal con un foro central, mientras que sus templos, inspirados en los griegos, incorporaban elementos etruscos como arcos y bóvedas. Las viviendas variaban desde lujosas domus con jardines hasta insulae más simples para la población plebeya, reflejando la diversidad social del imperio.

A partir del siglo V d.C., el imperio romano comenzó a desintegrarse por la presión de tribus bárbaras, lo que llevó a la paralización de la construcción de edificios públicos en el siglo V. El saqueo de Roma por los visigodos en 410 y la caída del imperio en 476 marcaron el fin de la Roma imperial en Occidente, aunque el imperio continuó en Oriente con Constantinopla como centro. La cristianización del antiguo imperio dio lugar a la construcción de iglesias, convirtiéndose en los principales edificios de la época, mientras que otras técnicas artísticas y constructivas se perdieron. Este cambio dio paso a un lenguaje clásico que se desvaneció durante la Edad Media, para luego resurgir en el Renacimiento.